Una nueva investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia (Estados Unidos) explica por qué la obesidad causa inflamación que puede conducir a la diabetes, obstrucción de las arterias y otros problemas de salud.
«Todas estas enfermedades tienen un denominador común. Podríamos haber identificado el mecanismo que inicia la cadena de inflamación y cambios metabólicos en el cuerpo», señala el investigador Vlad Serbulea. En esta investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, por primera vez han podido explicar por qué las células inmunitarias del tejido adiposo se vuelven perjudiciales durante la obesidad y causan inflamación no deseada.
El equipo de investigación, dirigido por Norbert Leitinger, del Departamento de Farmacología de la Universidad de Virginia, ha descubierto que los radicales libres producidos dentro del cuerpo reaccionan con lípidos dentro del tejido adiposo. Este ataque a los lípidos los impulsa a causar inflamación, una respuesta inmunitaria natural. «Los radicales libres son tan reactivos que quieren engancharse a algo. Los lípidos son un buen sumidero para que estos radicales se combinen», explica Serbulea.
Esto da como resultado un proceso llamado oxidación de lípidos. Al principio, los científicos esperaban que los lípidos oxidados demostraran ser dañinos, pero no fue tan simple. Algunos de los lípidos oxidados estaban causando inflamación dañina, reprogramando las células inmunes para volverse hiperactivas, pero otros lípidos oxidados estaban presentes en el tejido sano. Específicamente, los más cortos son protectores, mientras que los más largos son inflamatorios.
«Cuando comparamos el tejido sano y el obeso, lo que parece cambiar es la proporción de lípidos oxidados por su longitud. Nuestros estudios muestran que los lípidos oxidados de longitud más largos son bastante inflamatorios, promueven la inflamación dentro de estas células inmunitarias, y creemos que instiga y perpetúa el proceso de la enfermedad dentro del tejido graso durante la obesidad», explica Serbulea.
Ahora que los científicos saben qué lípidos oxidados están causando problemas, y cómo pueden tratar de bloquearlos para prevenir la inflamación, estos investigadores consideran que «es posible» desarrollar un medicamento, por ejemplo, que reduzca la cantidad de lípidos oxidados de longitud completa.
«Ahora, sabiendo que algunas de estas moléculas son realmente malas, por así decirlo, eliminarlas de la circulación puede tener un efecto muy beneficioso sobre las enfermedades crónicas», asegura Serbulea.
Alternativamente, los médicos podrían querer promover la cantidad de fosfolípidos más benéficos y más cortos. «La inflamación es importante para las defensas de tu cuerpo, por lo que no quieres eliminarla por completo. Es una cuestión de encontrar el equilibrio correcto», puntualiza.
Al restaurar ese equilibrio, se podrían lograr avances significativos contra las enfermedades crónicas que ahora afectan a millones de personas. «Una cosa que demostramos es que el metabolismo en las células inmunes es un objetivo explotable. Ha sido un objetivo en enfermedades como el cáncer, pero ahora para la obesidad y la aterosclerosis se vuelve cada vez más un punto de referencia»
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